sábado, 4 de octubre de 2008

LA PATRIA ESTÁ DE LUTO

Los acontecimientos del pasado 15 de septiembre en la Plaza Melchor Ocampo de la ciudad de Morelia en Michoacán, ha dejado una profunda huella en la opinión pública. Nos han llenado de indignación, coraje, impotencia, o frustración, pero sobre todo: de miedo. Miedo porque hasta donde se ha inferido, el crimen organizado ha llegado a un extremo jamás visto en el territorio mexicano: El Terror; el Terrorismo. Miedo porque nos hace ver lo vulnerables que pueden llegar a ser los gobiernos estatales o municipales ante la posibilidad de este tipo de arteros y cobardes ataques. Miedo porque a partir de ahora, los sistemas de seguridad pública se harán más desconfiadas y, probablemente, mas perniciosas para la sociedad. Miedo de que la delincuencia haya rebasado al Poder del Estado. No es posible dimensionar los cambios que a partir de este funesto acontecimiento, se generarán en los ámbitos políticos y sociales de nuestro país. Y qué decir del ámbito económico. Tan sólo en la ciudad de Morelia, ciudad capital del estado de Michoacán y una de las joyas arquitectónicas del país, el turismo ha descendido hasta en un 70%. La gente tiene miedo. La legislación mexicana no contempla ni está preparada para este tipo de acontecimientos. Mucho menos la sociedad. Esa sociedad que en el más sano derecho de celebrar nuestras fiestas patrias se vio agredida. Se vio lastimada en lo más profundo de su ser. Han asesinado a mujeres y niños. Han lesionado a cientos de personas inocentes. ¿Qué mente criminal ha fabricado tal oprobio? ¿Existe una paga suficiente que justifique tan vergonzosa y criminal acción? Lo más delicado es ver el grado de deshumanización al que se ha llegado. Ya no es una lucha entre bandas de criminales la que se ha desatado en México. Ahora es el terror el que ha llenado los espacios informativos. Han detenido a varios sujetos, y los han exhibido como los “presuntos responsables” materiales del atentado. Pero qué se le puede decir a un hijo, a un esposo, a un padre que ha perdido al ser amado, que sólo por haber asistido a una inocua celebración ya no verá más a ese ser querido, que los “presuntos” asesinos ya están en manos de la justicia. ¿Eso nos devolverá la tranquilidad y la confianza? ¿Quedará impune este crimen? ¿Habrá cambios en el accionar de los cuerpos de seguridad? ¿Los decapitados de Mérida, los asesinatos de la Marquesa, las desaparecidas de Ciudad Juárez y todos esos crímenes que han agraviado a los mexicanos, tendrán finalmente un esclarecimiento y un castigo? ¿Se hará caso omiso al llamado del presidente Calderón para unir fuerzas y cerrar filas contra la delincuencia? Ojalá que no. Ojalá que algo positivo surja de todo esto.