sábado, 4 de octubre de 2008

¿MÉXICO DIVIDIDO?

No es nuevo que en nuestro país existen, han existido y existirán diferencias. Diferencias de clase, ideológicas, religiosas, políticas y de todo tipo. Esas diferencias son las que permiten que la libertad de expresión sea uno de los más legítimos derechos a los que aspira ejercer la ciudadanía. Sin embargo, la responsabilidad para ejercerla, en ocasiones resulta delicado, grave o, por qué no decirlo, peligroso. Existen muchos ejemplos de la represión a la que se sometió al pueblo de México en los aciagos días de la censura y la amenaza gubernamental. Muchos líderes, periodistas, artistas, escritores y ciudadanos comunes, fueron víctimas de la persecución, tortura y de la proterva desaparición. Esos días han cambiado. Estamos en el umbral de una democracia, ganada en las urnas. La alternancia política nos ha permitido conocer nuevas formas de gobierno. Nos ha brindado alternativas en el ejercicio del poder. Pero pareciera que nada de lo anterior, para algunos obcecados “aspirantes” a ser representantes de la ciudadanía, ha sucedido. Es inaudito que a pesar de tanta actividad política exista un México tan dividido. Un México tan irreconciliable. ¿A quién beneficia este México hendido? ¿Qué aciago destino tendrá toda esa manifestación de inconformidad y de lucha por el poder para el pueblo de México? Hablamos de la Libertad de Expresión y de la trascendencia de la misma en miles de conciencias mexicanas. Hoy, a dos años de distancia del cambio de administración, no se han disipado las diferencias y la pelea continua en las calles, en los discursos; en las amenazas. La descalificación, la intriga, el politiqueo, la intromisión, se han escudado en nombre de la libertad de expresión. Pero cuando se les cuestiona o se les objeta, no aceptan razones. Existe un México dividido. En la agenda nacional hay muchos pendientes por resolver. Si los partidos políticos y sus parlamentarios se unieran para realizar el trabajo que se les encomendó, seguramente tendríamos un país más justo y próspero. Es lamentable que las huestes políticas utilicen el poder para dividir y no para construir. El más claro ejemplo de ese divisionismo lo ha promovido el derrotado candidato perredista a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien se ha aprovechado de la “buena fe” de muchos mexicanos que ven en él la esperanza de una vida mejor y no se han percatado de que sólo son utilizados para los cicateros intereses del autonombrado “legítimo”. Un atentado que llena de vergüenza e indignación a los mexicanos, es un ejemplo más de esa falta de unidad. Esa falta de compromiso que ha descendido desde el pináculo político hacia los cimientos sociales. La ausencia de valores, de respeto hacia la vida humana; hacia el pueblo, no puede ser más que el reflejo de la execrable impunidad que existe en el país. El resultado de la ausencia de compromiso para gobernar eficiente y respetuosamente en pro de todos los mexicanos, independientemente de raza, religión o credo político. Un evento como la celebración de la independencia, que no es más que una celebración del pueblo, se convirtió en el pretexto ‘ad hoc’ para hacer más crítica las posiciones y manejos de aquellos políticos aferrados a conseguir el poder y en una muestra del grado alarmante que ha tomado la actividad criminal en nuestro país. Desde la presidencia de la república se hizo un llamado a la Unidad Nacional para hacerle frente a inseguridad. Para hacerle frente a los problemas sociales que ya no se pueden postergar un día más.